El sordo cerebro de Rimbaud
POR Olivia Rico
“La enfermedad de Rimbaud se nos aparece, al final, en su cerebro sordo. Su pasión se completa en su infancia demasiado tiempo prolongada, en ese fastuoso bulto sobre los hombros. Su niñez le es demasiado cercana; no puede desterrarla. ¿No es esta la gran enfermedad? Rimbaud no es solo el enfant terrible, sino el eterno infante (…) Así, por más que en “Alquimia del verbo” desdeñe la falsa belleza, las antiguas “telas de saltimbanquis”, el “latín de iglesia”, las “estampas populares”, los “cuentos de hadas”, los “ritmos ingenuos” y los “libros eróticos sin ortografía” que antes lo cautivaban, desprecia en vano: estas pinturas humildes y “pequeños libros de infancia”, esta bohemia inofensiva, revive en las Iluminaciones, en la vieja acuarela de plaza y soledad, de circo ambulante e íntima revelación a un tiempo”.