Por David Noria
La torre de figura estás mirando de tu sombra erguida. Quien la visión captura, qué seas más, decida: ebria de sol, de juventud, de vida. Absorta en tu belleza, te das al arrebato silencioso. Que el sol huya me pesa, y que irrespete el gozo diluyendo el retrato me es odioso. Infiel fue a ti el día que no quiso brindar su luz constante, negando la alegría al espejo radiante que fuese para ti siempre delante. No hay torres que no caigan, incólume muralla, intactas mieses que del menguar no traigan memoria y de reveses. Sólo se elevan firmes los cipreses. Mas yo tengo en los labios el modo de dejarte contemplando tu sombra: versos sabios que tu torre cantando perduren más que el sol y tú mirando.