Por Olivia Rico
Qué podrán decirme ahora o luego cuando su gesto copioso y grave no me excluya, porque no pueda ya excluirme. Qué pesada lluvia suena en la censura de mis vanos y constantes vaticinios. Un deseo decora mi astucia, la Furia que es el peligro y la ruina de la casa. Y es así que las voces del hogar se tocan una a otra, acuden una a otra como la hoz a las manos del mendigo de un pueblo en las márgenes de un río arrastrando piedras; y niegan. Como niegan los cimientos de una villa antigua, niegan. Porque algo antiguo que se oculta me nombra tan lejanamente que voy yendo, hace que me vaya o quiera irme. Me voy yendo al fastuoso ritual que me espera. -Agosto de 2021