Por Ronald Abilio Noda
Atrás del humo están las hilanderas, No fueron escuchadas No tuvieron suerte en aquellos días No se conocieron jamás. Pasaban las viudas y los pobres en la tarde, Pasaban los automóviles, las carretas, los caballos Los arzobispos bendecían el tiempo, Los soldados salían Y atrás de todo, las hilanderas Como haciendo un suéter para sus nietos Como rezando su súplica constante Y que no las conocieran Que solo estuvieran allí por azar Atrás de todo Vinieron los imperios y llegó el tiempo del ocaso de los imperios Y ellas allí, remendando la túnica de César Cosiendo la chaqueta de Talleyrand Mascando el tiempo Estaban en las casas sobre las colinas En quicios alejados Y el humo más allá, en el señorío de la historia Pero ellas en su labor Llegaron las revoluciones, los gritos, el desorden Y ellas juntando la armonía en sus agujas Y así mismo llegó el fin de las revoluciones, los gritos y el desorden Y ellas continuaron No las contuvo el ardor La riqueza no fue suficiente para ellas A ellas solo le valía la tarde Y cosían un tapiz de la tarde en sus aposentos Vieron tantas cosas Sus hijos siendo emboscados como serpientes Ellas que solo podían coser Y cosieron las bufandas Los manteles con que se recibieron las fiestas Y el oro gastado de los velorios.