Por Xènia Dyakonova
Traducción Oriol Prat Altimira
Giren el groc, el vermell i el blanc lluminós, mediterrani,
a les màquines dels granissats.
Ningú ho sabrà quan s’aturin els planetes.
El carnisser i el venedor de fruita seguiran parlant
de futbol;
la mestra de piano escridassarà, com sempre, el nen
de les ulleres brutes.
Només un ballarí notarà alguna cosa rara:
els peus se li enganxaran a terra,
com dos tigres de dents de sabre que s’enfonsen en
un pou de quitrà.
Les gotes de suor es congregaran al seu rostre
i li vindrà de gust un granissat.
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Giran el amarillo, el rojo y el blanco luminoso, mediterráneo,
en las máquinas de los granizados.
Cuando se paren los planetas nadie lo sabrá.
El carnicero y el vendedor de fruta seguirán hablando
de fútbol;
la profesora de piano regañará, como siempre,
al niño de las gafas sucias.
Únicamente un bailarín notará algo raro:
los pies se le pegarán al suelo,
como dos tigres de dientes de sable que se hunden
en un pozo de alquitrán.
Las gotas de sudor se congregarán en su rostro
y le apetecerá un granizado.