Por Heather Altfeld
Traducción Carlos Jaime Jiménez
Prensado con cobre, impreso en papel vitela, el Theatrum Orbis Terrarum (Teatro del Mundo) publicado por Ortelius en 1570 era un atlas de lo visible, la Tierra como escenario, los mares como audiencia, 160 mapas graficando lo posible, iluminando el deseo de lo inexplorado. Cada cartografía funcionaba como leyenda de las maravillas más codiciadas en el mundo conocido: especia, sal, pieles, oro, luna, estrellas, amor, el capricho de los elementos grabados en sus esquinas- sol, fuego, la ira de Poseidón, el frío viento atado a un mortal en el mar. Los límites, invisibles a los pájaros y a los déspotas, están marcados por torretas, desdibujados por los ríos que en la noche cruzan los muertos. Aquí están los elefantes de Nubia, las sofocantes tiendas de los tártaros, quienes usaban la sangre de los caballos para apagar su sed, aquí las langostas de Etiopía, que devoran el maíz y dejan los valles y pastizales despojados de hierba, de manera que la gente a menudo se ve obligada a dejar su suelo natal donde nacieron y crecieron, en busca de otro lugar donde establecerse y asegurar el sustento. Aquí está el Congo, del cual Ortelius dice que antes de la entrada de los portugueses en este país, la gente no tenía nombres propios, sino que eran llamados por nombres comunes, como piedras, árboles, hierbas, pájaros y otras criaturas. Aquí están los continentes, una vez casados, ahora divorciados por las corrientes del mar. Aquí está la tierra incógnita de la bondad y la empatía, aquí hay urnas a las que retornarás después de tu largo vagar en busca de poder o amor.
Transmisión reciente desde el terrario de la tristeza y la destrucción: tomará entre diez y catorce días a partir de ahora antes de que muera otro de los 6900 lenguajes que aún existen. Así que digamos que hoy el último hablante de algún lenguaje está muriendo en alguna parte. Ejemplar A: Alban Michael. De las 7 700 000 000 personas en la Tierra, era el único superviviente capaz de hablar nuchatlaht. Vivía cerca de la Isla de Nootka, y hablaba en sueños con sus padres, dado que no quedaba nadie capaz de hablar con él. Y entonces, hace un año, se fue él también, pasó a habitar su propio sueño, su lenguaje enterrado junto con él.
Ejemplar B: Después de un milenio sobreviviendo en las montañas del Cáucaso bajo la forma de una vocal y ochenta y cuatro consonantes, ubykh murió en la tumba de Tevfik Esenc. Él decía te veo bien en lugar de te amo y cortas mi corazón en lugar de me agradas, el sonido de sus palabras descrito en las fábulas como el ruido de una bolsa de guijarros cayendo sobre el piso de mármol de un sultán.
Todo infante humano es un déspota. Observa emerger a uno – primero la cabeza, extruyéndose del cálido licor del saco amniótico, luego la cara que se contrae para toser, luego un brazo saliendo de una mina por la que corre un mar subterráneo. Aquí está el primer sabor a sal, el primer oro, la primera luz. Su primer chillido alienta el más perverso deseo de poseer y ser poseído, la piel, el hígado, los meñiques, el pelo, el corazón, todo ello clama por pertenecer, a la madre, al padre, al país que hay debajo, quiere su propio cielo tan pronto como ve la luz, puñados de nubes que tragar y devorar. Toda mano minúscula agarra el delicioso mundo, toda uña plateada desea rastrillar sus arenas y surcar sus tristezas, de manera impía, indiscriminada. Cada nacido es un posible coloso, cada bulto es en potencia un gentil adolescente a la fuga, con flequillos rizados y una guitarra, cada llanto agudo y latoso es un recipiente de soledad aspirando a fracturar el cielo. Toma tiempo antes de que estos pequeños bultos aprendan sus orígenes y destinos, antes que entiendan en qué medida están aquí para poseer o ser poseídos. Toma entre diez y catorce días para que una caja de chocolates Ghirardelli sea enviada en un transporte comercial desde San Francisco a Minsk.
Resulta que son las autoridades quienes más nerviosas se ponen en lo que respecta a los lenguajes. A través de las equivalencias en el lenguaje se producen equivalencias en el sentir y el pensar. Los dialectos bárbaros deberían ser borrados y sustituidos por el idioma inglés, rezaba una comisión de los Estados Unidos en los asuntos indios en 1868.
Ejemplar C: Les tomó a seis mil hombres trabajar durante cuarenta y tres años para construir la Torre de Babel. Está escrito en la Torah que aquellos a cargo de la obra se comportaban despiadadamente con los débiles y enfermos que no eran capaces de colaborar en la construcción. Ni siquiera permitían abandonar el trabajo a las mujeres que se hallaban en labores de parto. Cuando Dios aplastó la torre reduciéndola a fragmentos, muchos de sus constructores fueron transformados en simios, espíritus malévolos, demonios y fantasmas. El resto vagó por la Tierra, prestando oídos sordos a los demás, confundidos, balbuceando un millar de lenguas, los intérpretes corriendo bajo la lluvia mientras intentaban explicar los sueños de Dios. De ahí que Babel es aludida en algunos textos como la madre de la confusión. Y el término “bárbaro” de entonces, o “barbárico”, es el equivalente griego de “aquel que balbucea”, mientras que “farfullar” estaba asociado originalmente con el sonido emitido por las aves marinas, los tontos, los judíos, los monos y las personas procedentes de Flandes.
Adiós, tracio y yana, mesmes y viejo burmés, mandano y tucumano, adiós náhuatl clásico, hasta la vista acadiano, asirio y cananeo, y yiddish, el lenguaje en el que escribió Singer porque le gustaban las historias de fantasmas. Además, creo en la resurrección. ¿Qué tendrán para leer todos esos judíos cuando vuelvan a la vida si no hay escritos en yiddish? Adiós venético, mura y nórdico antiguo, los lenguajes de los maestros cosechadores de la menta, la gente de la tribu, los sombrereros y grabadores, el lenguaje de los sirvientes y esclavos, y de los arquitectos de acueductos. Adiós al !Xoon y a sus cinco intérpretes, el lenguaje donde las nubes son casas para la lluvia. El yana ni siquiera tiene una palabra para decir adiós. Tú te quedas, yo me voy, dijo Ishi a los hombres blancos que se habían hecho amigos suyos, y así lo hizo, llevándose sus canciones y su nombre. Demora alrededor de diez días obtener los resultados de tu trabajo de laboratorio. En diez días recibirás una llamada de cortesía de parte de nuestras oficinas. En diez días tu permiso de construcción será aprobado por el concilio público.
Hubo una civilización antigua que podía hablar árbol. Podían entender el lenguaje de las raíces y el ruido emitido por los hongos, una lengua altamente desarrollada, aunque difícil de traducir. Se rehusaron a transcribir los sonidos debido a que podían escuchar el llanto de las moléculas del papiro. Tenían además una palabra, aprendida del viento, que solo usaban con las piedras -y absolutamente nunca entre ellos mismos- la cual, si se pronunciaba, era un hechizo, un nombre que podías llevar contigo, capaz de abrir las puertas de la ciudad para siempre. La palabra murió con ellos, enterrada en pliegues de piel y masa cerebral, confinada debajo de la tierra en algún lugar entre el Tigris y el Río Amarillo.
Creo que puedo confiar en la “Guía Práctica para hablar” del tongano -lenguaje en vías de extinción- para enseñar, y también para aprender, los fenómenos más elementales del mundo. Cada frase en inglés es comprimida en una palabra tongana fácil de recordar. Todo lo que debes hacer es repetir el tono hasta memorizarlo. Los animales muerden. El corral de mis ovejas necesita ser arreglado. Mi cabra ha abortado. Los jabalíes salvajes han devastado nuestros cultivos. Esa cosa está muerta. Las personas han muerto. La humanidad está condenada.
La avaricia nos define. Incluso cuando intentamos llamarla amor. Sigue siendo deseo, inhalación, sigue siendo una boca chupando y escupiendo el mundo como si de huesos se tratase; la médula del planeta, un largo banquete de esturiones a la plancha y faisanes rostizados. Continentes que tragar, ríos que eructar. Si no es Mussolini, Stalin. Si no es Stalin, eres tú. Es tan fácil pretender que hay un orden que regula las cosas, que un plan determina quién respira y quién muere, un diagrama explicando a las madres desconocedoras por qué algunas de ellas están engendrando a fascistas y otras a Plutarcos, cuando los úteros lucen virtualmente iguales. El único sentido que se le puede hallar a todo esto no viene a través de Dios, sino de conversaciones a media noche con Lucrecio, quien nos dice que la música está destinada al paraíso y no a inspirar el derramamiento de sangre. Siempre que hablo tinglit, siento que aún puedo saborear la sopa, dice un anciano que vivió en la tribu, recordando como su abuela solía frotar la espuma en sus encías, las pequeñas burbujas limpias del inglés moviéndose en dirección al techo, impulsadas por su hipo hacia el cielo inalcanzable.
Ejemplar D: Dos mujeres están sentadas con pose rígida en un pequeño sofá tapizado, en algún lugar de Alaska. Trabajé duro hoy en el pescado, le dice una a la otra. Descansa, responde aquella. Hoy como, dice una mirando a la cámara. Algas marinas, salmón, bayas, pan. Grasa, frijoles, té. Saben muy bien. La otra sonríe, habla con el camarógrafo en inglés. Estas son de las pocas palabras que aún recuerdan del moribundo lenguaje haida. Pronto ellas estarán muertas, pero dejarán atrás un diccionario parcial y un video de Youtube con su conversación.
En el límite del Mar de Timor, en Australia, el Ejemplar E: los últimos hablantes del mati ke, un hermano y una hermana, viven en aldeas separadas, y como son hermanos, puede que no se dirijan la palabra. Te extraño, le dice uno al viento. He estado soñando con nuestra madre. ¿Has visto las ciruelas de este año? Los fuegos salvajes son feroces, las aves acuáticas son cada vez más pequeñas. ¿Aún rezas tus plegarias, aún duermes, y en tus sueños hablas el lenguaje en el cual nadamos mientras estábamos en el útero? El viento mutila los mensajes y cuando llegan a su destino están llenos de redundancias y casi ininteligibles, al igual que las grabaciones realizadas por los lingüistas acampados en las afueras de la aldea.
Nueve años atrás murió el último ibex pirenaico en España. Los científicos fueron capaces de reemplazar el material genético en los óvulos de cabras domésticas usando ADN tomado de muestras de piel de ibex. El ibex bebé nacido de estos experimentos vivió solo siete minutos. Un período de vida de siete minutos no se traduce en calidad de vida, e incluso si el bebé hubiese sobrevivido, ¿quién le habría enseñado a comportarse como un ibex pirenaico?, cuestiona John Platt en un comentario para la revista Scientific American. Pero un día un pequeño ibex estará trotando en medio de una simulación digital de las rocas de la Cordillera Cantábrica, apoyado en cuatro patas producto de la ingeniería genética, sin rebaño, sin hermanos, sin primos, tomando lecciones de cómo ser un ibex por parte de humanos con iPads, quienes aplaudirán cuando el ibex en el zoológico aplaste las hojas antes de masticarlas. El año que viene implantarán el semen de un mamut disecado en el vientre de un elefante madre. Su extraña cría nacerá con un abrigo de piel y un destello de luz glacial aún en sus ojos.
En el Cáucaso, una madre dará a luz un hijo para quien el ubykh es solo un extraño recuerdo, sus ochenta y cuatro consonantes trepidando indistintamente en sus pequeñas orejas. Siento que he bebido la leche de una extraña, que crecí con otra persona. Me siento así porque no puedo hablar el lenguaje de mi madre, dice el hombre de Namibia. Su madre quizás se marchó a recoger bayas y se llevó su lenguaje con ella, frase que, según nos cuenta el último hablante de la lengua tofa, es la metáfora que ellos usaban para referirse a la muerte.
<3, <3, <3, reza el texto que llega al teléfono de mi hija proveniente de su novio, cuya traducción es, si no me equivoco, te amo, en forma de conos de helado volteados hacia un lado. Uno también puede decir, _________, lo cual se traduce en estoy enamorado de ti hasta los riñones en hebreo, el cual, según Dante, fue el lenguaje con el que se formaron los labios de los hablantes. Estuvo muerto durante siglos, antes de ser revivido para decir cosas como ¿Me regalas un cigarro? y las bombas caerán a medianoche en Rafah. La lengua bora tenía una palabra para “amor desde el corazón” y otra palabra para “fingir estar amando” y se podría, si la lengua bora aún estuviese viva, decir Onsra, que significa te he amado por última vez. ¿Quién necesita el divorcio cuando una palabra compacta lo ilumina todo? En el lenguaje ya muerto de los asirios podías decir Taˉtu, que podía significar Entre todos los que sirven en el palacio no hay ninguno que me ame, no hay entre ellos ningún benefactor de mi persona a quien pudiera entregar un presente y que a su vez pudiera aceptarlo e interceder por mí, y también podía significar Tú, hechicera, ven a mi encuentro de una vez, sigues describiendo círculos a mi alrededor con malas intenciones. Depende del contexto.
Estamos a finales de julio. La temporada de calor y hierbas delicadas está sobre nosotros. Es el mes del bulbo de lirio comestible, la era en la que no se debe recolectar la savia de abedul, la ventana para coger cerezas maduras, la hora de los pájaros que migran, una de las trece temporadas conocidas para los habitantes de Ysakutia, en la Siberia. O puede ser el tiempo de comer maíz de la mazorca y rezar por América. Depende del contexto. Ningún hombre debería viajar hasta que aprende el lenguaje del país que visita. De otra manera se está convirtiendo a sí mismo en un bebé de proporciones gigantes, igual de ridículo y desvalido, escribió Emerson. Podemos decir: la tienda de contenedores se encuentra a la tercera salida desde la autopista. Justo pasando Nordstrom. O también podemos decir: avanza tierra adentro, cuenta tres bifurcaciones del río viajando a favor del viento hasta la roca negra. Llegar ahí te tomará lo que demoran dos teteras en hervir. A un ritmo de quince millas por día, te tomará alrededor de doce días caminar desde Praga a Viena. Diez días les tomó a los judíos marchar desde Stutthof hasta el Mar Báltico, y aquellos que lograron llegar hasta ahí fueron acribillados.
Un lenguaje para gobernarlos a todos, un lenguaje para unirlos. Entre tantas políticas mal implementadas, es especialmente nefasta aquella que dictamina la presencia de un gobierno multilingüe, dice cierto congresista de California. Al desalentar a los inmigrantes y a sus hijos respecto a la necesidad de aprender el idioma inglés, esta política ha erigido una barrera lingüística que impide que muchos inmigrantes participen de manera cabal en la sociedad a la cual han decidido unirse. Diez días, contando desde hoy, le tomará al blastocito que llevas dentro fijarse a la pared del útero.
Agua mamá papá brr, dice el bebé en la bañera, anfitrión impecable de la recién acuñada lengua madre del mundo. Mamá agua papá brrr, perrito burro yo. Irme yo adiós. ¿Quién necesita un mundo desprovisto de palabras como índigo o álamo, carente de vocales o números después del cinco? ¿Qué utilidad tienen esas treinta y siete taxonomías de peces pequeños, o palabras compuestas del tipo de reno castrado? ¿Quién necesita palabras como abubu para referirse a criaturas míticas que ya no existen? Había construido con perfecta habilidad artesana dos monstruos antediluvianos para emplazarlos en la puerta real, a ambos lados de la aldaba, le dice un asirio a otro. Probablemente el proceso tardó dos semanas. Dos semanas después de la implantación del blastocito, el corazón comienza a desarrollarse en el embrión. ¿Por qué comer lirios? Tan amargos. En la tumba de Ortelius en Amberes se lee que sirvió calladamente, sin acusaciones,y ahora sus huesos se hallan comprimidos en el manto freático, que se alza a medida que los glaciares se derriten, flotando misteriosamente por debajo suyo como si obedeciesen al llamado de las mareas lunares.
Adiós, livoniano y yurok, avar antiguo y salish, aka-kora, aka-jeru y aka-cari, adiós natchez y bohemio-romaní, adiós, mujeres ancianas tomando té y pan, adiós al kaua‘i ‘o‘o, cuya canción de amor arrullaba a los hawaianos hasta que les llegaba el sueño, y cuyos lamentos podían ser escuchados cuando un joven se marchaba definitivamente del hogar natal. Adiós, ibex y peces pequeños con taxonomías aún por establecer, de aquí a diez días, gracias a un ictiólogo de Brookhaven, sus células serán replicadas en una placa de Petri en algún laboratorio de Boston. Hola, nuevo pez minúsculo. Hola, mamut fingido que pronto caminará la tierra con su vieja alma parcialmente manufacturada. A Babel también se le conoce como cuna del canto. Adiós, pequeños puntos negros que desaparecen en el mapa donde dos personas muy viejas se encuentran, o no, para decir té, pastel, tu amistad es a la vez tormenta e inundación, tus ojos son linternas, estoy a punto de hablar y a punto de no hablar, he conducido hasta Asiria al resto de sus hijos y a su familia entera, e incluso he cargado con los huesos de tu padre, la ciudad en la cual vivimos volverá a alzarse de las ruinas, entonces se quedan quietos, solo repiten las palabras ruina, ruinas, hola, ruinas, en la manera que solo ellos conocen, la manera que, una vez enterrada, nunca retornará a nuestros oídos.