Por Olivia Rico
a Jose
Mis ojos no están ya:
Hay cierta lumbre perdida
En la gozosa enfermedad de las cosas sólidas,
De los olores silvestres.
Una herida oscuridad se retira como el traje simple
De un monstruoso sueño que contempla cesar sus diversiones
-Blanco hollín, vacío de sí mismo-,
Dejándome la implacable luz extraña.
Quizás no soy yo quien participa de la gran cena solemne
Y ríe cortésmente la sobriedad de las edades
Como inflexibles bromas.
Acaso soy la palabra quieta de la casa
O el adornado cuerpo de una música moribunda.
Cuál tarde se ha ido dulcemente -¡nociones olvidadas!-
Mientras pesan alegres mis ojos aquel deseo atroz,
La antigua tierra que tú nombras.