POR OLIVIA RICO
La vieja madera ha profanado el secreto de los cristales con el todopoder del rojo, con los dorados cabellos de su mimbre: tras la altura una ventana sola es el reflejo del Tiempo, senil y despreciado por los hombres, fatal y respetado a conveniencia. Sobre el marfil la sombra concede los desvaríos de la herrumbre en que todo invierno se centra y el perro obscurecido yace en la punta de las cosas; las flores moribundas se sumen a la penumbra de sus tallos; las hojas presienten el abismo y la borrasca, mas las altas tumbas no temen otras muertes y los muros no se abstienen de piedras ni de polvo: la tierra espera otra caída.
NOTA: Una versión anterior de este poema fue publicado en Malabar en 2020.