Por Ronald Abilio Noda
Desmedida la ciudad tiene su sueño y su nombre Y el puerto antiguo ahueca sus escombros En una cadena de luces que pasan como la ferocidad de los antiguos fuegos Se ha acumulado el polvo y la joyería inestimable de los cristales en la tarde Y el alfombrado lecho de álamos y robles enreda su secuencia en las lámparas, Esto como una riqueza inconcebible. Detrás de los harapos danza la castidad de estas aceras Y la vejez tremenda detiene sus bocanadas de humo. Más allá solo juegan unos niños con la riqueza perdida Y el puerto ancho se abalanza sobre las multitudes que se van Y la mirada cansada detiene la claridad y la penumbra Como una pequeña sensación de abatimiento Como corales roídos en las piedras de los muros Y las aves lejanas en su infinito paraíso.