
Por Ronald Abilio Noda
No encontrarás tu sombra, no lo harás
Serás por siempre este fatal destino
Y cuando el tiempo consuma tus amores
No encontrarás tu sombra, no lo harás
Cuando en la muerte llague en agua triste
Y del silencio en la noche se presagie
No encontrarás tu sombra, no lo harás
Sino un terrible ceño, turbio y triste
Y siempre en vano extraño caballero
Por estos campos que el desierto cerca
No encontrarás tu sombra, ni belleza
Ningún ajuar, ni rostro, el día postrero
No encontrarás tu sombra, no lo harás
Ni serás recordado en aquel día
Tus huesos serán pasto de los lobos
No encontrarás tu sombra, no lo harás
Y cuando el buitre pose su graznido
Allá en tu corazón que siempre espera
Ni verás el ocaso ni la estrella
Sino un terrible silencio adormecido
No encontrarás tu sombra, no lo harás
Ni el paso se avendrá en el triste suelo
Ni cantarán antiguas ciertas noches
No encontrarás tu sombra no lo harás.
ENVOI
Oh, príncipe, he aquí tus salutaciones. No encontrarás nada de lo que fuiste
Oh, cuando llegue esta noche
Cuando llegue esta triste noche en que se irá perdiendo la carne y los tendones
Y el alma no podrá contener toda su furia
Nada, silencio y sombra. Pero ¿Quién habla? ¿Quién escucha? Oh, muerte, tu efímero carro que se agita sobre las tristes muchedumbres.